Las encuestas del Naziometroa publicado ayer y la de EiTB Focus de octubre confirman tendencias estructurales en la sociedad vasca que merecen que los actores implicados en la construcción del proceso de paz analicen en profundidad.
Por un lado, según el 3. Naziometro, elaborado en noviembre por Telesforo Monzon eLab y Partehartuz Ikerketa Taldea de UPV-EHU, el 64,8% de la ciudadanía de la CAV, la Comunidad Foral de Navarra y la Mancomunidad Única de Ipar Euskal Herria considera que el conflicto vasco “no está del todo cerrado, las cosas están por resolver”.
Se trata de un dato muy similar al que publicaba EiTB Focus en octubre, realizado en la CAV y Navarra, ya que en esta otra encuesta un 72,3% de la población consideraba que todavía quedan "cosas por superar" 10 años después del fin de la actividad armada de ETA.
En cuanto a cuáles son las cuestiones por resolver, se repiten las que el Foro Social Permanente viene identificando y abordando desde su creación: víctimas, personas presas y memoria crítica inclusiva.
En el Naziometroa de ayer, en concreto, se mencionan prácticamente al mismo nivel (38-40%) tanto el reconocimiento del daño causado tanto por parte de la izquierda abertzale como por el Estado español y la garantía de no repetición de torturas. Un segundo bloque, de alrededor del 25-30%, lo conforman quienes afirman que lo que queda por resolver son la cuestión de las personas presas y que “la Ertzaintza y el Gobierno vasco reconozcan el daño causado”.
Asimismo, únicamente el 15,6% cree que la Declaración del 18 de Octubre realizada por la izquierda independentista no tuvo ningún valor. El Foro Social Permanente ya calificó en su día esta Declaración como “importante y necesaria”.
En resumen, se van confirmando unas tendencias estructurales muy asentadas en la sociedad vasca y que no pueden ser obviadas por los agentes institucionales, políticos, sindicales y sociales: Hay una convicción generalizada de que hoy en día sigue siendo muy necesario hacer frente a una serie de consecuencias del ciclo de violencias.
Y es que el riesgo de pasar página sin haber cerrado antes definitivamente el ciclo de violencias es muy real. Abordar estas cuestiones es la mejor manera de generar las condiciones de no repetición. No podemos dejar a las generaciones venideras esta carga. La mejor garantía para que lo sucedido en el pasado no vuelva a repetirse nunca jamás es que ahora se sienten las bases de la convivencia y la paz de las generaciones venideras.
El proceso de construcción de paz que se ha desarrollado estos últimos años en nuestro pueblo ha ido resolviendo con imaginación y gracias al esfuerzo de muchos agentes sociales y políticos una parte de las consecuencias del ciclo de violencias. Sin embargo, nuestro proceso para la construcción de la convivencia democrática constata que sigue siendo necesario el diálogo, esa cultura de la palabra que tanta falta nos hace. El proceso de construcción de paz hay que regarlo todos los días.
En definitiva. es necesario que los actores implicados en esta cuestión sepan adecuar sus diagnósticos al momento actual y, con generosidad y dejando de lado intereses partidistas, dar a las iniciativas que se van adoptando el valor que se merecen. Estas últimas semanas hemos visto inercias de ese pasado reciente en ciertas valoraciones. Corresponde ahora trabajar por consolidar lo conseguido, desarmando la palabra, generando un ecosistema favorable a nuevas aportaciones
multilaterales y no permitiendo que involucione hacia posiciones previas.