Educación para la convivencia democrática y para la paz

Steilas es un sindicato de trabajadores de la educaciĆ³n, un lugar de encuentro de profesores y no docentes, que abarca desde las escuelas infantiles hasta la universidad.

Este debate ha sido una constante en STEILAS. En la ponencia final del X. Congreso ya se incluia un apartado en este sentido. Hoy, como entidad participante del Foro Social Permanente, y en el marco del proceso participativo denominado “Compromiso social para la construcción de una convivencia democrática” hemos querido profundizar en el mismo realizando esta aportación.

Si la convivencia es un valor prioritario, si la educación es esencial para aprender a vivir en ella y practicarla, la escuela es uno de esos ámbitos, junto con la familia y la sociedad, para promoverla y extenderla interna y externamente.

La escuela debe ser productora, forjadora, artesana de un carácter convivencial, que, es, al fin y al cabo, el del respeto escrupuloso a los derechos de los demás. Es mandato de la Declaración de los DDHH.

Un ambiente de convivencia basado en el reconocimiento de los derechos humanos debe ser el fundamento imprescindible para vivir, educar y aprender conjuntamente en el centro escolar y también en la sociedad. Por ello, el sistema educativo debe garantizar que la convivencia y la educación para la paz estén en el lugar que les corresponde, convirtiéndolas en verdaderos ejes transversales.

Conseguir un respeto mutuo y una convivencia adecuada debe ser tarea no solo del profesorado sino también de toda la comunidad escolar. El personal docente y no docente, el alumnado, las familias, todos ellos son agentes de la convivencia escolar y es necesaria su colaboración y solidaridad. Los planes para la convivencia pueden ser un instrumento adecuado para ello, pero para trabajar la convivencia en la medida que se merece es necesario que los centros dispongan de recursos suficientes y estables.

En la resolución de conflictos la escuela debe, rechazando la violencia, y desde la toma en consideración todo tipo de conflictos, impulsar valores como la solidaridad, fraternidad, empatía, el sentir como propio el dolor de otras personas y la mediación e intento de vías de resolución pacífica, cuestionando la idea de que el fin justifica los medios.

Junto con ello, uno de los aspectos fundamentales del sistema educativo que proponemos es el conocimiento de los derechos humanos, tomando como base la Declaración Universal de los Derechos Humanos, su reflexión y defensa.

Merece una mención especial el tratamiento de las víctimas en el sistema educativo, ya que ha sido tema de debate y de distintos usos políticos. Por otra parte, dado que el tema del tratamiento de las víctimas del conflicto vasco es un reto sin superar en nuestra sociedad, difícilmente se puede pedir a la escuela que lo canalice adecuadamente. En cualquier caso, antes de llevar ningún plan a la práctica, sería necesario consensuar y fijar claramente unos principios y tener en cuenta las distintas sensibilidades, realidades, opiniones y agentes.

En opinión de STEILAS, es necesario un consenso amplio en el tratamiento de las víctimas, tanto a nivel escolar como social y desarrollarlo sin discriminaciones, si no queremos que haya víctimas olvidadas. Por otra parte, el tema hay que trabajarlo desde un punto de vista pedagógico, huyendo del adoctrinamiento y de cualquier manipulación partidaria.

Ante todo hay que aceptar que las víctimas son de muy diversas características y de distinto origen, pues su dolor tiene muchos aspectos diferentes. Hay que tener en cuenta a las víctimas de la violencia de ETA, (asesinadas, heridas y amenazadas); también a las ocasionadas por la violencia del Estado en estos últimos 30 años (asesinadas, torturadas, dispersadas y desaparecidas) y también a las víctimas del franquismo, (muertas, encarceladas y torturadas).

Y, como la violencia tiene mil caras, no podemos olvidar a las víctimas de la violencia machista. La sociedad vasca tiene un trabajo pendiente en el tema de las víctimas y para encauzarlo adecuadamente es necesaria también la recuperación de su memoria histórica.

Por otra parte, el reconocimiento de las víctimas, su recuerdo y la solidaridad para con ellas tienen que encauzarse independientemente de sus ideas o de la defensa de sus objetivos políticos, pues el cumplimiento de los derechos humanos no pueden estar condicionados a según quién. En la escuela, la educación para la paz y para la convivencia se debe basar exclusivamente en criterios pedagógicos, debe ser un eje transversal de la práctica educativa cotidiana y no se debe limitar a acciones aisladas. Si adoptásemos el principio “todos los derechos humanos para todas las personas”, estaríamos en el camino de resolución de los problemas, ya que la aceptación de este principio básico es indispensable para lograr la paz y la normalización política.

Actualmente, algunas acciones e intenciones de diversos ámbitos no ayudan a afrontar este reto: limitar los derechos civiles, restringir la libertad de expresión, reprimir y prohibir las protestas, debilitar la democracia, castigar las expresiones contra los gobiernos, aplastar el pensamiento crítico... Estas también han tenido su reflejo en la escuela. La desaparación del área de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos es un ejemplo de ello.

Querer volver a la época del pensamiento único, retomar el control social unilateral, callar la disidencia, eliminar los derechos humanos y los derechos civiles, la libertad y la diferencia, con la excusa de evitar el adoctrinamiento ideológico no contribuyen, para nada, a la construcción de una convivencia democrática.

Los Derechos Humanos deben ser tenidos como principales por las instituciones políticas y gobiernos, que deberían poner cuantos medios políticos y económicos sean necesarios para ello. Y dar ejemplo público constantemente en cuestiones de igualdad, diálogo, respeto a la diversidad, y la priorización del bien común sobre los intereses partidistas. Una sociedad que se quiere democrática tiene obligación de hacerlo no solo por el valor en sí de la convivencia, sino también por eficacia, pues sin convivencia democrática y paz, no hay progreso.

Considerar la escuela un vertedero o único taller de reparación de todos los problemas ocasionados por los conflictos sociales (violencia, drogas, machismo, delincuencia...) es no solo un error sino una irresponsabilidad e injusticia.

Si la educación consiste en la transmisión de valores, es un error porque no se puede esperar que una institución que principalmente está dotada para la enseñanza de destrezas sea la encargada de corregir los vicios adquiridos fuera de ella: principalmente, los valores basados en el egoísmo, la competitividad, el éxito social económico sea como sea y el desprecio al diferente, al extranjero y débil. El surgimiento de la ultraderecha es un ejemplo de peligro para la convivencia, consecuencia del deterioro económico social y el señalamiento del extranjero. Y eso viene también a la escuela. El desprecio que las instituciones políticas europeas está mostrando hacia refugiados de la guerra y el hambre es otro ejemplo educativo negativo que cala en parte de nuestra ciudadanía y se reproduce después miméticamente.

Es una irresponsabilidad porque pone la carga sobre un solo agente educativo, la escuela, olvidando que la responsabilidad está también en la sociedad (partidos políticos que parecen defender sus propios intereses más que el bien común, medios de comunicación que no dudan en desinformar e incluso alentar el conflicto, corrupción que precisa de políticos corruptibles y corruptores económicos, políticas de protección del más fuerte, etc).

Por ello, el currículo de los valores no puede esperarse ser desarrollado únicamente en la escuela. Si queremos una sociedad formada por una ciudadanía que viva en una convivencia verdaderamente democrática es necesario un cambio de valores políticos y políticas públicas.

 


Steilas es un sindicato de trabajadores de la educación, un lugar de encuentro de profesores y no docentes, que abarca desde las escuelas infantiles hasta la universidad. Opera en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa y Navarra desde 1977. Es un sindicato de izquierdas, que impulsa un modelo sindical combativo y una dinámica participativa para responder a los ataques de gobiernos y patronales.

Página web: steilas.eus
Issuu: sindicato Steilas
Facebook: @SteilasSindicato
Twitter: @STEEEILASYoutube: steilas sindikatua